Camille gana el premio de Roma de escultura y se va a Italia, y tiene como profesor al escultor August Rodin. Camille se enamora de Rodin al poco de conocerlo. Y a él ella le deslumbró. Pero no sólo fue su belleza, le fascinó su obra. Nada más ver sus yesos descubrió en ella un alma gemela, alguien que como él vivía por y para los perfiles. Alguien que, como él, se zafaba del academicismo para liberar las figuras, dotarlas de movimiento y emoción, transformando poses clásicas en nuevas formas de poderosa vitalidad. Rodin tenía en ese momento cuarenta y tres años de edad y Camille sólo diecinueve. Así se inició una de las relaciones más tórridas que ha habido en el mundo de los artistas. Su amor fue desmesurado, pasional y lleno de celos, traición, angustia y dolor. Dos años después de conocerse, Camille comenzó a ser ayudante de Rodin en el estudio para poder aprender más sobre la escultura. La joven continuó viviendo en casa de sus padres hasta 1888, momento en que se muda a un lugar cercano al estudio de Rodin. La única mujer entre sus alumnos, rápidamente se convirtió en objetos de guiños y sonrisas, desde que se hizo evidente el magnetismo que ejercía sobre el maestro. Su rostro, su talle, sus formas, pronto fueron reconocibles en sus esculturas, para escándalo de su familia. Antes musa que modelo y amante.
En 1893 Rodin trabaja y esculpe para el gobierno francés y Camille queda en un segundo plano para él. El talento indiscutible de Camille se vio opacado por la gran sombra de Rodin, y se especula que fue por tal motivo, que después de aquellos largos y compenetrados quince años, la relación empezó a tambalearse; tal vez ella esperaba demasiado de él. Ella lo amaba profundamente y la gran mayoría de sus obras reflejan el estado y la presión censuradora a la que fue llevada. El abandono de su amante se cree que fue la causa del declinar de la carrera y de su estado mental. Camille vive y trabaja totalmente sola aunque mantiene un contacto insetable con Rodin, hasta que en 1898 terminan definitivamente sus relaciones viciado por la comtetencia y porque él nunca abandono a Rose, la compañera con la que vivía y con la que tenía un hijo no legitimado. Ella era consciente de que Rose Beunet, la fiel compañera del creador, siempre se interpondría entre ellos porque Rodin ni siquiera se planteó dejarla cuandso estuvo embarazada de un hijo que núnca llegó a nacer.
Camille se dedicó entonces a la escultura de manera frenética, y se volvió cada vez más arisca. Participó en varias exposiciones de galerías importantes pero no salía de su cuarto, donde se dedicaba a esculpir encerrándose en su casa con sus gatos, y con llave puesta en las puertas y ventanas, en acto de inaudita desesperación. Su situación económica se encrudeció y al poco tiempo empezaron a aflorar muestras de problemas mentales. Finalmente cayó enferma, tanto que en diciembre de 1905 se organizó en París una última gran exposición con 13 de sus esculturas. Se volvió una paranoica e insistió en que Rodin la quiería destruir y que la perseguía. Para empeorar las cosas su hermano, con el que estaba muy apegada, se fue a trabajar fuera y la dejó aún más sola. Sin él y la guía de Rodin se derrumbó.
Empezó a tener problemas con las galerías al no entregar las obras. El problema no era que no las realizara sino que una vez acabada la escultura la destruía. Comenzó a sentir miedo, apenas comía por temor a ser envenenada y destruyó a martillazos sus propias obras. En 1913 moría su padre, la única persona de su familia en la que Camille encontró algo de comprensión. Una semana después, fue arrastrada fuera de su apartamento e introducida en una ambulancia. Su madre, había firmado los papeles para su internamiento en el sanantorio de Ville-Evrard ante la opinión médica de que sufría severos trastornos mentales que la hacían peligrosa para sí misma y para los demás, y quizás porque su extraño comportamiento anterior con Rodin y el actuál manchara la reputación que se estaba creando su hermano en la diplomacia. "Triste sorpresa para un artista; eso fue lo que obtuve en lugar de una recompensa, suelen ocurrirme semejantes cosas", escribiría ella después. Camille fue llevada en 1914 a un asilo mental de Montdevergues donde se quedó hasta su muerte treinta años después en 1943.
"Tras apoderarse de la obra realizada a lo largo de toda mi vida, me obligan a cumplir los años de prisión que tanto merecían ellos...". Estas palabras fueron escritas por Camille Claudel al cumplirse el séptimo año de lo que ella misma calificaba como "penitencia", su internamiento en un manicomio. No obstante, en su primer día de ingreso, el doctor Truelle, que la atendió le diagnosticó "manía persecutoria" y "delirios de grandeza". Se creía víctima de "los ataques criminales de un famoso escultor". Odiaba profundamente a Rodin y llegó a escribir mostrando claramente como la pasión se había tornado en odio: "En el fondo. todo eso surge del cerebro diabólico de Rodin. Tenía una sola obsesión: que, una vez muerto, yo progresara como artista y lo superara; necesitaba creer que, después de muerto, seguiría teniéndome entre sus garras igual que hizo en vida".
En 1893 Rodin trabaja y esculpe para el gobierno francés y Camille queda en un segundo plano para él. El talento indiscutible de Camille se vio opacado por la gran sombra de Rodin, y se especula que fue por tal motivo, que después de aquellos largos y compenetrados quince años, la relación empezó a tambalearse; tal vez ella esperaba demasiado de él. Ella lo amaba profundamente y la gran mayoría de sus obras reflejan el estado y la presión censuradora a la que fue llevada. El abandono de su amante se cree que fue la causa del declinar de la carrera y de su estado mental. Camille vive y trabaja totalmente sola aunque mantiene un contacto insetable con Rodin, hasta que en 1898 terminan definitivamente sus relaciones viciado por la comtetencia y porque él nunca abandono a Rose, la compañera con la que vivía y con la que tenía un hijo no legitimado. Ella era consciente de que Rose Beunet, la fiel compañera del creador, siempre se interpondría entre ellos porque Rodin ni siquiera se planteó dejarla cuandso estuvo embarazada de un hijo que núnca llegó a nacer.
Camille se dedicó entonces a la escultura de manera frenética, y se volvió cada vez más arisca. Participó en varias exposiciones de galerías importantes pero no salía de su cuarto, donde se dedicaba a esculpir encerrándose en su casa con sus gatos, y con llave puesta en las puertas y ventanas, en acto de inaudita desesperación. Su situación económica se encrudeció y al poco tiempo empezaron a aflorar muestras de problemas mentales. Finalmente cayó enferma, tanto que en diciembre de 1905 se organizó en París una última gran exposición con 13 de sus esculturas. Se volvió una paranoica e insistió en que Rodin la quiería destruir y que la perseguía. Para empeorar las cosas su hermano, con el que estaba muy apegada, se fue a trabajar fuera y la dejó aún más sola. Sin él y la guía de Rodin se derrumbó.
Empezó a tener problemas con las galerías al no entregar las obras. El problema no era que no las realizara sino que una vez acabada la escultura la destruía. Comenzó a sentir miedo, apenas comía por temor a ser envenenada y destruyó a martillazos sus propias obras. En 1913 moría su padre, la única persona de su familia en la que Camille encontró algo de comprensión. Una semana después, fue arrastrada fuera de su apartamento e introducida en una ambulancia. Su madre, había firmado los papeles para su internamiento en el sanantorio de Ville-Evrard ante la opinión médica de que sufría severos trastornos mentales que la hacían peligrosa para sí misma y para los demás, y quizás porque su extraño comportamiento anterior con Rodin y el actuál manchara la reputación que se estaba creando su hermano en la diplomacia. "Triste sorpresa para un artista; eso fue lo que obtuve en lugar de una recompensa, suelen ocurrirme semejantes cosas", escribiría ella después. Camille fue llevada en 1914 a un asilo mental de Montdevergues donde se quedó hasta su muerte treinta años después en 1943.
"Tras apoderarse de la obra realizada a lo largo de toda mi vida, me obligan a cumplir los años de prisión que tanto merecían ellos...". Estas palabras fueron escritas por Camille Claudel al cumplirse el séptimo año de lo que ella misma calificaba como "penitencia", su internamiento en un manicomio. No obstante, en su primer día de ingreso, el doctor Truelle, que la atendió le diagnosticó "manía persecutoria" y "delirios de grandeza". Se creía víctima de "los ataques criminales de un famoso escultor". Odiaba profundamente a Rodin y llegó a escribir mostrando claramente como la pasión se había tornado en odio: "En el fondo. todo eso surge del cerebro diabólico de Rodin. Tenía una sola obsesión: que, una vez muerto, yo progresara como artista y lo superara; necesitaba creer que, después de muerto, seguiría teniéndome entre sus garras igual que hizo en vida".