Cuando se conocieron, Bogart había llegado a la cima del estrellato con Casablanca, una película con la que había dejado de lado por siempre sus papeles de gángster y se había labrado ya la imagen del «macho duro a cuyos pies caen rendidas las mujeres». Por otro lado, Betty (nombre real de Lauren Bacall) llegó a Hollywood a los 18 años procedente del mundo de la moda, más concretamente de la portada de la revista Harper's Bazaar. Esta portada convenció a Howard Hawks para darle el papel protagonista de su nueva película, Tener o no tener. Se enamoraron durante el rodaje de esta película. Los espectadores, y críticos, de este primer trabajo en común pudieron ver de cerca como Bogart se encandilaba de esta jovencita delgaducha.
Todo sonreía a Betty, hasta que supo que su antagonista era Bogart. Lo tenía por un alcohólico descerebrado que, fuera de sus frases llamativas, no tenía nada en la cabeza y se preguntaba por qué no había tenido la suerte de compartir cartel con el caballeroso Cary Grant. Asimismo, Bogart no conocía apenas a aquella modelo recién llegada a Hollywood, pero cuando coincidieron en el set de rodaje de Tener o no tener, saltó la chispa. Lauren había encontrado en Bogie -como le llamaban los amigos- el padre tan largamente añorado que podía aportarle algo, que le tendía la mano para conducirla justamente adonde ella siempre había querido estar.
Bette Davis, que conocía bien a Bogart, dijo en su día que «era un hombre maduro y ella todavía una niña. Bogie lo tenía todo en su mano para mostrarle por dónde se llega lejos en la vida».
El rodaje de Tener o no tener no haría sino ponérselo todo más fácil, gracias a unos diálogos que eran un texto cifrado lleno de indirectas y alusiones que una tercera persona no entiende en absoluto. Con el guión, él y Bacall tenían una base perfecta para su lenguaje amoroso. Así, el romance traspasó la pantalla y exactamente igual que en la película, él la llamaba Slim (Flaca) y ella le llamaba Steve (Alboroto). Pero el galán y Bacall llevaban un lastre que tenían que dejar caer: la última esposa de Bogart, una mujer alcohólica dada a montar todo tipo de escándalos con tal de mantener a Bogie a su lado.
Permanecieron unidos desde 1945 hasta la muerte de él en 1957, por un cáncer de laringe, dejando a Lauren viuda cuando sólo contaba con 33 años. Lauren se distanció de Hollywood y cuatro años después contrajo matrimonio con Jason Robards.
Todo sonreía a Betty, hasta que supo que su antagonista era Bogart. Lo tenía por un alcohólico descerebrado que, fuera de sus frases llamativas, no tenía nada en la cabeza y se preguntaba por qué no había tenido la suerte de compartir cartel con el caballeroso Cary Grant. Asimismo, Bogart no conocía apenas a aquella modelo recién llegada a Hollywood, pero cuando coincidieron en el set de rodaje de Tener o no tener, saltó la chispa. Lauren había encontrado en Bogie -como le llamaban los amigos- el padre tan largamente añorado que podía aportarle algo, que le tendía la mano para conducirla justamente adonde ella siempre había querido estar.
Bette Davis, que conocía bien a Bogart, dijo en su día que «era un hombre maduro y ella todavía una niña. Bogie lo tenía todo en su mano para mostrarle por dónde se llega lejos en la vida».
El rodaje de Tener o no tener no haría sino ponérselo todo más fácil, gracias a unos diálogos que eran un texto cifrado lleno de indirectas y alusiones que una tercera persona no entiende en absoluto. Con el guión, él y Bacall tenían una base perfecta para su lenguaje amoroso. Así, el romance traspasó la pantalla y exactamente igual que en la película, él la llamaba Slim (Flaca) y ella le llamaba Steve (Alboroto). Pero el galán y Bacall llevaban un lastre que tenían que dejar caer: la última esposa de Bogart, una mujer alcohólica dada a montar todo tipo de escándalos con tal de mantener a Bogie a su lado.
Permanecieron unidos desde 1945 hasta la muerte de él en 1957, por un cáncer de laringe, dejando a Lauren viuda cuando sólo contaba con 33 años. Lauren se distanció de Hollywood y cuatro años después contrajo matrimonio con Jason Robards.