Tratándose de alguien tan complicado como Adolf Hitler (1889-1945) es muy difícil saber si realmente amo a Eva Braun (1912-1945). Lo Cierto es que la consigna difundida por Goebbels era «El Führer no tiene vida privada. Se dedica día y noche al pueblo alemán», y, por tanto, la existencia de Eva fue siempre ocultada. Por otra parte, los desaires de Adolf hacia Eva fueron constantes. La pareja se conoció en 1929 en el estudio del fotógrafo Hoffmann, donde ella trabajaba. Durante mucho tiempo su relación fue inocente. El le traía flores y bombones y charlaban en la tienda. Luego empezó a invitarla al cine o a llevarla de picnic. Eva y Adolf se convirtieron en amantes a principios de 1932. Ella siempre confió en que se casarían, pero las intenciones del dictador no eran esas.
El 1 de noviembre de 1932, harta de que el la esquivara, se pegó un tiro en el cuello. La bala paso cerca de la yugular, pero no causo gran daño. Para llamar su atención, el 28 de mayo de 1935 intento otro suicidio, esta vez con somníferos. En las veintidós páginas que se salvaron de sus diarios se refiere a ella misma como «Yo, la amante del hombre más grande de Alemania y del Mundo », aunque se quejaban de que Hitler solo la necesitaba «para determinados fines». Finalmente Eva abandono su trabajo y Hitler le puso una casa propia. Eva Braun tenía libertad, salía con sus amigos o iba de viaje con su madre. Sin embargo, en público Hitler jamás reconocía su relación. Eva le llamaba «Mi Führer», aunque combinándolo con el tuteo, y Hitler, en privado, la llamaba Evchen o «Tontita». En 1938 Hitler dio un nuevo paso hacia ella y la nombro beneficiaria de su testamento. Sin embargo, la convivencia no fue un camino de rosas: Eva fumaba a escondidas y no podía salir de su habitación cuando venían invitados importantes. En 1939, Eva Braun dispuso de una vivienda propia en la cancilleria. Seguía sin poder asistir a las recepciones oficiales.
En la noche del 26 de abril de 1945 los rusos inician el bombardeo de la ciudad. Por esos mismos días, Mussolini y Clara Petacci, su amante, son apresados por los partisanos cuando intentaban fugarse a Suiza. Los ejecutan de inmediato y los cuelgan de los pies en la plaza Loreto de Milán. El Führer no quiere tener el final humillante que ha sufrido el duce. Sabe que no podrá salir del bunker, y decide que nada quede de su cuerpo. El 29 de abril se casa con Eva Braun por “los muchos años de fiel amistad”. Al día siguiente se suicidan.
El telefonista del búnker, Rochus Misch, de 88 años recuerda todavía ese momento preciso de hace sesenta años. Era el 30 de abril de 1945 y él estaba allí cuando se abrió la puerta del búnker.
«Hitler, sentado en un sofá, estaba desplomado sobre su mesa y Eva Braun estaba estirada a su lado. Los vi con mis propios ojos. Era algo que nos esperábamos. No fue algo que ocurrió por azar, porque nos estábamos preparando para el final».
Hitler y Eva Braun entraron en su apartamento y cerraron la puerta.
«No sé cuánto tiempo necesitaron. Puede que una o dos horas - dice Rochus -. Yo no oí el disparo, porque estaba reparando una avería telefónica. Pero oí a alguien que gritaba: 'Linge, Linge, creo que ya lo han hecho'. Desde entonces esperaron unos 20 minutos más y, a continuación, abrieron la puerta y yo miré».
El hombre que había sumido a Europa en el peor conflicto de su historia y que había enviado a millones de judíos al exterminio, estaba desplomado encima de una mesa, con una herida de bala en la cabeza. Eva Braun yacía a su lado, en el suelo, sin vida. Según los historiadores, Hitler le habría dado veneno a su mujer antes de dispararse. Los cuerpos de ambos fueron rociados con gasolina y quemados en el patio del búnker, mientras su servicio le rendía honores haciendo el saludo hitleriano.
El 1 de noviembre de 1932, harta de que el la esquivara, se pegó un tiro en el cuello. La bala paso cerca de la yugular, pero no causo gran daño. Para llamar su atención, el 28 de mayo de 1935 intento otro suicidio, esta vez con somníferos. En las veintidós páginas que se salvaron de sus diarios se refiere a ella misma como «Yo, la amante del hombre más grande de Alemania y del Mundo », aunque se quejaban de que Hitler solo la necesitaba «para determinados fines». Finalmente Eva abandono su trabajo y Hitler le puso una casa propia. Eva Braun tenía libertad, salía con sus amigos o iba de viaje con su madre. Sin embargo, en público Hitler jamás reconocía su relación. Eva le llamaba «Mi Führer», aunque combinándolo con el tuteo, y Hitler, en privado, la llamaba Evchen o «Tontita». En 1938 Hitler dio un nuevo paso hacia ella y la nombro beneficiaria de su testamento. Sin embargo, la convivencia no fue un camino de rosas: Eva fumaba a escondidas y no podía salir de su habitación cuando venían invitados importantes. En 1939, Eva Braun dispuso de una vivienda propia en la cancilleria. Seguía sin poder asistir a las recepciones oficiales.
En la noche del 26 de abril de 1945 los rusos inician el bombardeo de la ciudad. Por esos mismos días, Mussolini y Clara Petacci, su amante, son apresados por los partisanos cuando intentaban fugarse a Suiza. Los ejecutan de inmediato y los cuelgan de los pies en la plaza Loreto de Milán. El Führer no quiere tener el final humillante que ha sufrido el duce. Sabe que no podrá salir del bunker, y decide que nada quede de su cuerpo. El 29 de abril se casa con Eva Braun por “los muchos años de fiel amistad”. Al día siguiente se suicidan.
El telefonista del búnker, Rochus Misch, de 88 años recuerda todavía ese momento preciso de hace sesenta años. Era el 30 de abril de 1945 y él estaba allí cuando se abrió la puerta del búnker.
«Hitler, sentado en un sofá, estaba desplomado sobre su mesa y Eva Braun estaba estirada a su lado. Los vi con mis propios ojos. Era algo que nos esperábamos. No fue algo que ocurrió por azar, porque nos estábamos preparando para el final».
Hitler y Eva Braun entraron en su apartamento y cerraron la puerta.
«No sé cuánto tiempo necesitaron. Puede que una o dos horas - dice Rochus -. Yo no oí el disparo, porque estaba reparando una avería telefónica. Pero oí a alguien que gritaba: 'Linge, Linge, creo que ya lo han hecho'. Desde entonces esperaron unos 20 minutos más y, a continuación, abrieron la puerta y yo miré».
El hombre que había sumido a Europa en el peor conflicto de su historia y que había enviado a millones de judíos al exterminio, estaba desplomado encima de una mesa, con una herida de bala en la cabeza. Eva Braun yacía a su lado, en el suelo, sin vida. Según los historiadores, Hitler le habría dado veneno a su mujer antes de dispararse. Los cuerpos de ambos fueron rociados con gasolina y quemados en el patio del búnker, mientras su servicio le rendía honores haciendo el saludo hitleriano.