Fue el 6 de abril de 1327, día de Viernes Santo. En la iglesia de Santa Clara, en Avignon, el poeta ve por primera vez a la mujer que había de inspirar sus rimas amorosas a lo largo de una vida entera. Aquella mujer se llamaba Laura, y estaba casada con el aristócrata Hugo de Sade. Según decía el propio Petrarca, los encuentros entre ambos fueron poquísimos y casuales, y el amor jamás correspondido. La pretensión de que "Laura" no fuera otra cosa que una imagen ideal, una entidad simbólica, una alusión metafísica, teológica o, peor aún, críptica, ha tenido alterna fortuna a través de los siglos; pero, en verdad, semejante interpretación es un atentado contra la verdad histórica y el sentido común. Si bien su amor nunca llego a ser más que una utopía, a él se debe la inspiración y creación de sus versos más perfectos e innovadores de la lírica hasta entonces. Versos que luchan entre el sentimientos de espiritualidad y el amor pasión que experimenta por su amada Laura. Su relación con ella y su esposo es frecuente, y pasado un cierto tiempo, fue la propia Laura de Noves quien pone freno a ese trato continuado, reduciendo su relación a una respetuosa y lejana amistad. En 1348, el año de la "gran plaga", obtuvo una canonjía en Parma, adonde en mayo le llegó la noticia de la muerte de Laura, suceso que lloró en sus versos durante muchos años.
Francisco Petrarca y Laura de Noves
22.11.08
Publicado por Aisha en 8:28
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