Ingrid Bergman acudió una noche de primavera, corría el año 1948, a una pequeña sala de cine para ver, junto a su marido, Peter Lindstrom, una película recién estrenada: Roma, ciudad abierta, del director italiano Roberto Rossellini. Mientras duró la proyección, sintió muy dentro una emoción sin forma que se manifestaba con esquivas lágrimas que escapaban de sus ojos. Poco después, volvió a ver otra película de este cineasta, Paisà. Y ya el amor se hizo visible y tan grande, que la actriz de moda en Hollywood no pudo menos que escribirle: “Señor Rossellini: he visto sus dos filmes y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que hable inglés perfectamente, que no ha olvidado el alemán, a quien apenas se entiende en francés y que del italiano sólo sabe decir ti amo, estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted”.
La relación de inmediato dejó de ser profesional para transformarse en un apasionado romance, hecho que escandalizó a los Estados Unidos, porque ella no sólo estaba casada (con Petter Lindstrom) y tenía una hija, sino que la consideraban una figura emblemática dentro del mundo de Hollywood. Los periódicos incluso la llamaron adúltera. Hollywood no le perdonó que abandonara a su marido e hija y promovió un boicot que duró tres años. Durante ese período, Ingrid no pudo volver a EE.UU. Se divorció en 1950, año en que se casó con Rossellini embarazada de su hijo Robertino. Después vendrían sus otras dos hijas: las gemelas Isotta e Isabella. Rosellini la dirigió en seis películas y no le dejó trabajar con otro director. Esta época no se caracterizó por el éxito, hubo problemas económicos y la relación se deterioró cada vez más. Fue el director Jean Renoir quien, en 1957, rompió esta situación al pedirle a la Bergman que participara en la película Elena y los Hombres. Se divorciaron.
Roberto murió en Roma el 3 de junio de 1977. Ingrid murió de cáncer en Londres, el 29 de agosto de 1982, justo el día de su 67 cumpleaños.
La relación de inmediato dejó de ser profesional para transformarse en un apasionado romance, hecho que escandalizó a los Estados Unidos, porque ella no sólo estaba casada (con Petter Lindstrom) y tenía una hija, sino que la consideraban una figura emblemática dentro del mundo de Hollywood. Los periódicos incluso la llamaron adúltera. Hollywood no le perdonó que abandonara a su marido e hija y promovió un boicot que duró tres años. Durante ese período, Ingrid no pudo volver a EE.UU. Se divorció en 1950, año en que se casó con Rossellini embarazada de su hijo Robertino. Después vendrían sus otras dos hijas: las gemelas Isotta e Isabella. Rosellini la dirigió en seis películas y no le dejó trabajar con otro director. Esta época no se caracterizó por el éxito, hubo problemas económicos y la relación se deterioró cada vez más. Fue el director Jean Renoir quien, en 1957, rompió esta situación al pedirle a la Bergman que participara en la película Elena y los Hombres. Se divorciaron.
Roberto murió en Roma el 3 de junio de 1977. Ingrid murió de cáncer en Londres, el 29 de agosto de 1982, justo el día de su 67 cumpleaños.